287. Aquel era mi árbol

Carlos Sánchez Pegalajar
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Para el protagonista de este relato, el olivo no es sólo un árbol, es un elemento de descanso, respiro, paz, inspiración y conexión con la tierra y sus raíces.

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266. El viejo olivo

Javier Díez Moro
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Un pintor paisajístico extranjero recuerda al cabo de los años su amor epistolar por una mujer.

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258. El olivo enamorado

Swapna
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Una historia de amor entre un olivo y un almendro. La naturaleza es tan fuerte que es capaz de generar nuevas formas de amor y felicidad, incluso fuera de su hábitat natural. El amor todo lo puede.

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239. Manuela

María de la Paz Valero Uceda
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La historia ocurre en un olivar, nuestro protagonista, un hombre rudo y del campo se ve inmerso en un pasión desmedida por una jornalera que llega a trabajar aquellas tierras.

Su imagen y sus ganas de vivir contrastan mucho con la mujer tradicional que comparte la vida con Tomás, esto lo atrae y lo enamora, sin embargo su amor no es suficiente para retenerla a su lado, y solo le quedará de ella una hija y el recuerdo de un amor bañado en oro líquido.

Ahora será el aceite quien sané sus propias heridas…

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230. Olivo fantasma

Loren Fernández
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Una mujer se asusta ante un olivo hueco, presa de antiguas heridas. Recuerda que esas heridas ya están superadas y decide que sería un buen lugar para que los niños hicieran su refugio.

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170. El ciprés

Plinio el Viejo
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Eladio espera todos los días a su mujer. Le prepara el desayuno con aceite de oliva. Pero ella siempre se demora. Le gusta remolonear.

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150. Sara nos cuenta su historia

Jessica Galio
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Sara es una diseñadora de moda con un carácter fuerte y voluble, pero esas cualidades no le restan romanticismo a su vida. Ella posee un negocio próspero; logró comprarse un apartamento, ha tenido varias relaciones y considera que ha llegado el momento de encontrar a la persona adecuada para formar una familia. Lucía, su mejor amiga, quiere ayudarla, por eso organizó una cita a ciegas. Sara descubre al despertar que sus planes no marchan como los había previsto, quizás el aceite de oliva resuelva su problema…

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121. Ruidos en la sangre

Joaquín Ortiz Ortiz
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Todo el mundo sabe que, según la Teoría del Embeleso, las cosas son más llamativas cuanto más lejos estén de su lugar natural. Por eso  se hace más interesante un loro parlanchín en una iglesia que en una pajarería, y por eso se lee con más atención  una hoja de periódico  perdida en medio del olivar que en una biblioteca. Amalio Picón nunca había oído hablar de esa teoría, pero la sufrió hasta que la sangre se le llenó de ruidos. Amalio se estampó contra un amor que se encontró fuera de los circuitos propios de los aceituneros; se le metió en las venas una pitonisa de circo, y lo hizo con tanta fuerza que mientras él se consumía, el aceite que molía se le fue llenando del amor que le sobraba.

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107. Descubriendo el Obispado

Eduardo Leonelli García
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Beatriz, una oficinista de Madrid, viaja por primera vez a Jaén y descubre las maravillas y sorpresas que esconde esa maravillosa tierra, guiada por su amiga de universidad Carmen.

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86. Recuerdos tonalidad verde

Ricardo Francisco Covelli
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“Recuerdos tonalidad verde” evoca la relación de Facundo, empleado de un Establecimiento de Maipú, provincia de Mendoza, Argentina, destinado a la producción de aceites de oliva, con una turista noruega, Frida. Una relación sumamente erótica, consumada bajo una planta de olivos. El desenlace queda a consideración de la creatividad del lector…

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77. Corazón de aceite

Iván Parro Fernández
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Una cena pospuesta demasiado tiempo. Un entorno ideal para el amor. Un regalo inesperado pero que aporta un giro importante en su historia de amor. Una noche increíble que los dos sabían cambiaría sus vidas para siempre. Y un olivo como escenario privilegiado de ese amor. ¿Qué más pedir? En Corazón de aceite se integra una bonita historia que acaba con un final como tiene que ser.

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46. Luz verde

Only green
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En una entrevista laboral a un chef, el aceite de oliva obra su particular milagro.

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42. El abuelo y su aceituna

M. Eugenia Arias
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Manuel ha recuperado las ganas de vivir gracias al cariño de su nieta. Lleva a la niña a visitar la finca de su amigo para mostrarle, como si de una parábola se tratara, cómo los olivos centenarios de las colinas crecen doblados azotados por el viento para poder sobrevivir.

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41. Campos dorados

Manu Mitchell
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Volver a Martos era volver a esas tardes en las que estaba con él, mi abuelo. Volver a esos atardeceres de campos dorados, a esos momentos eternos que siempre quedarán guardados dentro de mí.

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17. Seydou

Santiago Navas Fernández
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El denominador común de las civilizaciones mediterráneas bien puede ser el olivo. Árbol sagrado que emigró por vía humana pasando de un lugar a otro para beneficio de todos. Esa misma emigración que hoy continúa y llega a nuestras tierras para trabajar el árbol sagrado, cuando en realidad vienen buscando un mundo «feliz» que no existe tal y como se lo han contado. Seydou representa los sueños frustrados de muchos emigrantes, una fatalidad truncará su vida, pero no busque nadie culpables, son las circunstancias de la vida. Lo importante es hablar de los sueños inalcanzables, de los paisajes ficticios que la distancia pinta en las secas aldeas de su región y anima a los jóvenes a correr una aventura que les decepcionará. Hay muchos Kuddu que se niegan a contar la realidad, el por qué volvieron, pero adornan su relato de fantasía para presumir de que ellos sí lo consiguieron, pero no es así.

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15. Flores de olivo

Troia
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Cuando un olivo milenario es el cobijo silencioso de dos amantes, envoltorio de un amor verde y de unos secretos prohibidos que nadie puede conocer. Su polen vuela según la dirección del viento, polinizando y dando vida,  también da descanso a un hombre que amó y será amado durante la eternidad por una mujer y su hijo, a la sombra de su olivo.

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03. El viejo olivo

Óscar Fernández Baquero
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Se agachó con dificultad sobre la tierra seca y tomó un poco en su mano, dejándola deslizar entre los dedos. Era una buena tierra, siempre lo fue. El sol castigaba su despoblada frente y el sudor resbalaba por su sien. Buscó con paso inestable la sombra del olivo y, con manos inseguras, abrió la tinaja. Aguardó un momento, quizá algo más, quizá toda una vida, quién sabe cuánto tiempo pasó por aquella vieja cabeza y, tomando con los dedos el contenido, lo espolvoreó alrededor suyo, tiñendo de gris ceniciento el suelo terroso.

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